Por Salvador Hernández.
Oaxaca.-Ayer, asistí, con la finalidad de encontrarme frente a uno de los candidatos vulgarmente conocidos -pero con el consentimiento de los aludid@s-, como “corcholatas”, Marcelo Ebrard, para preguntarle lo obvio, a sabiendas que iba a recibir una oleada melómana de proyectos.
Pero me llevé una desagradable sorpresa -y con el aliento entrecortado por subir presuroso las escaleras del lujoso restaurant-, me encontré un sinfín de “caras nuevas”, como dijera un reportero encabronado, por el retraso del evento. La Senadora Malú, llegó con un retraso de veinticinco minutos.
Por supuesto, menos sofocada que yo, pero con una arenga a prueba de cualquier mitin masivo. Pues bien, en dicho evento, realizado en contra esquina del palacio de gobierno. El salón estaba abarrotado de personajes reciclados de diversos partidos de la derecha oaxaqueña, músicos, exregidores…
todo muy bien portados con ropa de marca y estricta corbata, algunos. Me llamaron la atención unas guapas chicas, que no aplaudían ni lanzaban porras ni ton ni son; sino todo lo contrario, permanecían indiferentes, con ropa casual, y hablando de cosas para ellas, más importantes. A leguas se veía que provenían de la Condesa o de la Polanco.
Yo buscaba desesperado una cafetera que alejase los humos del aburrimiento de una vez por todas, pero a cambio, dos jarras de agua pura, permanecían medias llenas en una mesa con manteles blancos, “premio”, a nuestra puntualidad.
Me arrepentí de llegar mi licuado en la licuadora. Algo que quizá no había pasado con la senadora, que hablaba con una enjundia de proletaria radical. Me salí antes de que terminara la sesión fotográfica.
Me quedé con las ganas de preguntarle al “carnal” Marcelo-entre otras cosas-, si la “ONU y la OEA, eran unos floreros”, de ser así, que sentido tenía ser canciller…. Pero bueno, otro día será, pero por favor Raúl, ya no invites a estos simulacros de no sé qué. Que nada tienen de atractivo, y sí, mucho de falsedad y oportunismo.