Oaxaca.-El año que concluye estará marcado por el inicio de las operaciones del Tren Maya, una obra de transporte, turismo y justicia social sin precedentes en nuestro país, la cual para concretarse requirió de un inédito plan de investigación arqueológica y conservación del patrimonio cultural, impulsado por la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Los esfuerzos del INAH, sumados a los del personal de la Secretaría de la Defensa Nacional y del Fondo Nacional de Fomento al Turismo, así como al de jóvenes estudiantes y egresados de una decena de universidades públicas y privadas del país, permitieron que en los primeros meses de este 2023, se otorgara el visto bueno para las obras constructivas en los siete tramos del megaproyecto, los cuales suman 1,554 kilómetros de vías.
Derivado del trabajo de salvamento arqueológico que el INAH emprendió en la troncal y en el tendido de vías del Tren Maya, así como de las labores del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza) en 29 sitios ubicados en Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, este año fue pródigo en lo que respecta a hallazgos arqueológicos en el área maya mexicana.
En marzo, la imagen tallada en piedra de un personaje con un faldón decorado con huesos y en cuya mano sostiene la cabellera de un cautivo, se descubrió en la Zona Arqueológica de Ek’ Balam, en Yucatán. Ahí, también fueron identificadas siete tapas de bóveda recubiertas con pintura mural y un chultún –depósito de agua– reusado por los antiguos habitantes como cámara funeraria.
Un espacio mortuorio más se identificó en Palenque, en Chiapas, conformado por un entierro primario completo y otro secundario acompañado por una ofrenda de tres platos cerámicos y un nicho con figurillas de piedra verde.
En el Tramo 7 del Tren Maya, que va de Bacalar, en Quintana Roo, a Escárcega, en Campeche, se recuperaron dos piezas relevantes: una vasija con la representación del dios K’awiil, vinculado con el rayo, la fuerza y el poder; y la efigie del numen maya de la muerte, reconocido por su modificación craneal de tipo tabular erecta, su nariguera y un antifaz que cubre su rostro descarnado.
En la Zona Arqueológica de Moral-Reforma, en Tabasco, la implementación del Promeza permitió realizar estudios de antropología física a 13 entierros humanos asociados con un templo antiguo, denominado Estructura 18, confirmando que algunos de ellos fueron decapitados y ofrendados de forma ritual a dicho edificio.
Además, se registraron los hallazgos de dos conjuntos habitacionales en Kabah, en Yucatán, y el de una estructura circular consagrada al dios del viento, Kukulcán, en la Zona Arqueológica El Tigre, en Campeche.
En el cierre del año, hace unos días, durante las labores de liberación de áreas para la habilitación de un sendero, se reportó el descubrimiento de una cueva con depósitos mortuorios al interior del recinto amurallado de Tulum, en Quintana Roo.
Dentro de la cavidad se localizaron diversos entierros humanos, artefactos a manera de ofrenda y gran cantidad de huesos de animales, algunos de los cuales presentan huellas de corte y otros más se encuentran trabajados como artefactos (punzones, agujas o mangos de abanicos), característicos de la zona.
A partir del estudio e interpretación de estos contextos, el INAH avanza en el conocimiento de las poblaciones mayas antiguas, la recuperación de nuestro pasado y reconfiguración del presente