Por Nallely Guadalupe Tello Méndez
Oaxaca.-Rita Laura Segato -antropologa feminista- ha dicho en diversas ocasiones que el poder no es observable, por lo tanto, muchas veces no sabemos si una decisión es producto de la casualidad, la pasión, el oportunismo o el razonamiento. Así, la novela Sobre los cerros de neblina está atravesada por dos narraciones: la de los medios de comunicación y aquella que el autor nos devela como verdadera: una emboscada planeada por un cacique pero que la prensa dirá que fue orquestada por la guerrilla, un ejercito que entra a los pueblos y comunidades señalando que quieren detener a los guerrilleros pero mata y tortura a la población que los protege porque no solo son su familia sino la esperanza para dejar las condiciones de pobreza en que se encuentran, el cacique que incendia el cerro y culpa, de nuevo, al grupo guerrillero. Los medios contándonos una cosa por otra, a veces, por pedido del gobierno, a veces, porque no tienen la información. Ocultando la verdad, como la neblina a la montaña.
Sobre los cerros de neblina es una novela que tiene distintas capas: Por una parte, está lo místico, lo sagrado, las leyendas, las creencias populares de las que da cuenta la historia. Daniel Aragón, el autor, nos invita a revincularnos con los cerros, con sus espíritus, con sus animales, con la sabiduría popular para entender no solo el pasado sino el presente. Cito: “Desde hace mucho sabemos que hay que cuidar nuestros pasos por ese cerro viejo, pues por viejo guarda muchos secretos”.
Por otro lado, tenemos la compleja amalgama de decisiones políticas que sin estar planeadas definen el rumbo de los sucesos. Chantal Mouffe en “En torno a lo político” (2007) ha desarrollado la idea de que la política también es pasión y que, por lo tanto, no todas las decisiones que se toman han sido pensadas a detalle.
Pese a las capas que integran este libro y las voces distintas que lo pueblan, Daniel Aragón tiene una narrativa clara, que nos va asombrando, página por página, ante las distintas posibilidades que surgen en sus líneas. El autor nos recuerda, como dice Chimamanda Adichie, el peligro de la historia única y más si está es una “historia oficial”.
Sobre los cerros de neblina nos permite pensar cómo el poder recicla sus estrategias a lo largo del tiempo. Una de las frases contundentes de la novela la dirá el gobernador que aparece en la misma: “Ojalá todo fuera como la pinche guelaguetza”, porque a través de lo mediático, de la fiesta y el baile en la capital del estado se pretende ocultar lo que sucede en distintas regiones, pueblos y comunidades.
Sin embargo, donde hay poder también hay resistencias y la historia de la humanidad tiene distintas formas de entenderse. Por decirlo simple, hay quienes hablan de los tiempos cortos y los tiempos largos.
En los tiempos cortos, la derrota o victoria se miden por las noticias inmediatas que nos hablan sobre la muerte, o como en este caso, sobre una guerrilla masacrada; pero, en los tiempos largos, se recobran significados, se recuperan aprendizajes, se escriben libros que nos recuerdan que es mucho el dolor y la sangre que ha corrido y nos damos cuenta que no todo se perdió, que no todo desaparece cuando alguien muere, que la escritura nos permite recuperar la memoria y darnos elementos que inspiren a la transformación social que tanto necesitamos.
Honrar la vida en todas sus dimensiones me parece que también es un buen mensaje de este libro, que sin duda invito a leer.