Oaxaca.-Convencida de que su cámara fotográfica ha sido un instrumento para conocer el mundo, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) entregaron a la artista Graciela Iturbide la Medalla de Oro Bellas Artes, máximo reconocimiento que en el siglo XXI entrega el Estado mexicano a quienes han hecho contribuciones significativas al arte y la cultura de México y el mundo.
En una ceremonia realizada en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, acompañada de la comunidad artística, familiares, amigos y público en general, la artista recibió la presea de manos de la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, acompañada de Luis Tareke Ortiz, titular del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales, en representación de la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto Guerrero, y la investigadora Laura González, quien hizo una semblanza de la fotógrafa reconocida.
En el acto, Lucina Jiménez López expresó: Gracias a todas y todos por estar aquí testimoniando un reconocimiento que le hace un país entero, en toda su geografía, en todos sus rincones y en toda su diversidad, a una gran artista que nos ha devuelto, efectivamente, la posibilidad de reconocernos, incluso de mirar aquello que no sabíamos qué éramos, aquello que nos da la posibilidad de saber que en estos pequeños fragmentos que ella nos regala hay una grandiosidad de país y una grandiosidad de experiencias culturales.
Gracias también –dijo la titular del Inbal-- porque la maestra Graciela Iturbide nos ha permitido conocer que existen otros muchos mundos que tienen su propia raíz, su propia cosmovisión y sus propias reglas, sus propias maneras de ser y de luchar. Y si digo luchar es porque la obra de la maestra Iturbide también ha sido un factor importantísimo de resistencia.
Y así lo digo –agregó-- porque esas realidades culturales que ella retrató, que ella inspiró en su imaginario habían guardado en muchas ocasiones silencio, y la voz, a través de esta escritura, con la luz que Graciela Iturbide nos regala, permite que esas realidades hablen y que hablen con fuerza y lo digan todo, a veces incluso para enseñarnos qué tan abstractos podemos llegar a ser en esas diversidades o qué tan contradictorios o qué tan irracionales para poder equilibrar el mundo, a veces, donde sobra tanto cráneo, falta cuerpo y corazón.
“Muchísimas gracias a Graciela Iturbide porque es un sol dentro de este escenario y, además, porque habiendo ganado cuanto premio internacional ha logrado, es profundamente mexicana y es un orgullo para esta nación contar con un artista, con una fotógrafa de esta altura, de esta calidad y, al mismo tiempo, tener la posibilidad y el honor de entregar esta Medalla de Oro Bellas Artes como uno de los reconocimientos máximos que un país otorga a sus creadores”, aseveró.
Asimismo, agradeció la colaboración del jurado que decidió la entrega de la presea a la fotógrafa: la curadora y promotora cultural Miriam Kaiser, el artista plástico Arnaldo Coen y la artista visual Mónica Mayer, porque –aseguró-- hay aquí “un diálogo de generaciones, un diálogo de profesionales que implica también un profundo respeto para quienes reciben la Medalla, porque viene de una valoración, también de una conversación que implica un trabajo de comunidad, un trabajo de país y un trabajo de futuro”.
Por su parte, Graciela Iturbide externó: Quiero expresar mi agradecimiento por este reconocimiento al Inbal, especialmente a su directora general, Lucina Jiménez López. Tomo estas palabras del poeta Octavio Paz para expresarme hoy: “Para ser de mí, he de ser de otros; salir de mí, buscarme en los otros”.
Con estas palabras –señaló la artista-- me refiero a que mi cámara es un instrumento de conocimiento. De esta manera he aprendido de los pueblos originarios que he visitado aquí en México y caminando por el mundo.
Y subrayó: “Fotografiar es un pretexto para conocer el mundo, salir de mí, buscarme en los otros. Todos estos viajes se complementan al conocer a los autores de mi país: Juan Rulfo, Rosario Castellanos, Elena Garro. Todos ellos me hacen profundizar más en nuestra cultura. Esto mismo me sucede al viajar. Me encanta tener este trabajo, ya que a través de mi cámara descubro el mundo a través de mis imágenes, y recibir la Medalla de Oro Bellas Artes es un incentivo para seguir trabajando. Muchas gracias por ello”.
En la ceremonia conducida por el subdirector general de Bellas Artes, Héctor Romero Lecanda, la investigadora Laura González hizo una presentación en la que señaló: “Una imagen perfecta –dijo alguna vez Henri Cartier-Bresson-- implica la alineación perfecta del cerebro, el ojo y la mano, pero en el caso de las imágenes de Graciela Iturbide deberíamos agregar también el corazón y el alma, órganos sutiles de los que depende el sentido de nuestra existencia en el mundo”.
Consideró que a diferencia de las “miles de fotografías que flotan en el espacio social como iridiscentes burbujas de jabón, las de Iturbide no se rompen y desaparecen. Gracias a su perfecta alineación de cerebro, ojo, mano, corazón y alma sus imágenes logran instalarse en nuestra memoria y persistir ahí como glifos llenos de sentidos enigmáticos, como poderosas preguntas en torno a nuestra vida finita en el mundo: soñar, imaginar, sentir”.
Profundamente conectada con otras artes, como el cine, la pintura y la literatura, la obra fotográfica de Graciela Iturbide –opinó la investigadora-- despliega su potencia política en la afirmación positiva de lo dispar, lo discordante, lo desigual o lo diferente.
La Medalla Bellas Artes es el máximo reconocimiento que, en el siglo XXI, el Gobierno de México entrega a quienes han hecho contribuciones significativas a la danza, el teatro, la música, la ópera, la literatura, las artes visuales y la arquitectura, en las que dialogan lenguajes contemporáneos con el vital cambio generacional de quienes recrean el arte en sus complejidades, innovaciones e interdisciplinas actuales.
Graciela Iturbide es considerada una de las fotógrafas mexicanas más destacadas a nivel mundial, cuya obra plasma la vida cotidiana, las tradiciones culturales, los rituales y la relación entre el ser humano y la naturaleza. Sus fotografías combinan lo documental y lo poético, capturando momentos íntimos con una sensibilidad que trasciende lo meramente visual.
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