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Miércoles 11 de diciembre, 2024. 07:36 pm

Rememoran legado literatura y humanista de Alfonso Reyes

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Rememoran legado literatura y humanista de Alfonso Reyes
  • En Recordando a Reyes en sus palabras participarán Alejandro Mejía y Omar Urbina Pineda, presentados por Javier Garciadiego; viernes 27 de diciembre a las 17 h a través de FB
 
Oaxaca.-La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, recuerdan a Alfonso Reyes en el marco del 65 aniversario luctuoso del escritor, traductor, diplomático, jurista, filósofo y académico mexicano.
 
Como parte de esta conmemoración se realizará Recordando a Reyes en sus palabras, el viernes 27 de diciembre a las 17 h a través de FB: @coordinacion.literatura.mx y @ CapillaAlfonsina.
 
Conocido como El regiomontano universal, concedió gran cantidad de entrevistas a medios nacionales y extranjeros, en esta ocasión se presentarán dos entrevistas para compartirlas con el público, con la participación de Alejandro Mejía y Omar Urbina Pineda, quienes hablarán del legado literario y humanista de Alfonso Reyes, presentados por Javier Garciadiego.
 
Alfonso Reyes fue uno de los fundadores de El Colegio de México, del que fue su primer presidente entre 1940 y 1958. También se desempeñó como embajador de México en Argentina, Brasil, Francia y España. Fue miembro de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua que dirigió entre 1957 y 1959.
 
Realizó sus primeros estudios en el Liceo Francés de México, en el Colegio Civil de Monterrey y posteriormente en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, que tiempo después sería la Facultad de Derecho, en donde se graduó como abogado el 16 de julio de 1913. En 1909 fundó, con otros escritores, el Ateneo de la Juventud.
 
Después de estar como segundo secretario de la Legación de la Embajada de México del entonces presidente Victoriano Huerta, Reyes se trasladó a España, donde residió desde 1914 hasta 1924. Esta época sería una de sus más productivas; durante ella se transformaría en un maestro de la investigación literaria y en un escritor reconocido en el mundo hispánico.
 
Trabajó en el Centro de Estudios Históricos de Madrid, bajo la dirección de Ramón Menéndez Pidal y bajo la supervisión del mismo, en 1919 publicó la versión en prosa del Cantar de mío Cid. Ese mismo año fue nombrado secretario de la Comisión mexicana “Francisco del Paso y Troncoso”, cuya misión era localizar y repatriar los documentos históricos mexicanos en Europa. Con ese nombramiento se inicia su acercamiento al México posrevolucionario.
 
Publicó numerosos ensayos sobre la literatura española clásica y las letras del Siglo de Oro, entre los que destacan: El arcipreste de Hita y su libro de buen amor (1917); Lope de Vega y El peregrino en su patria (1919); Prólogo a Quevedo (1917) y Apostillas a Quevedo (1918), Gracián (1918); Tres siluetas de Ruiz de Alarcón (1918), además de sus estudios sobre Luis de Góngora, por ejemplo, Góngora y La gloria de Niquea (1915).
 
Reyes sale de Madrid el 17 de abril de 1924. El 20 de mayo es recibido como miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua y presentó la iniciativa del Diccionario Tecnológico. La animada vuelta a México duró hasta fines de 1924. Sale de la Ciudad de México el 23 de septiembre y llega al día siguiente en tren a Monterrey, su ciudad natal.
 
De 1920 a 1939 desempeñó diversos puestos dentro del Servicio Diplomático Mexicano. En junio de 1920 fue nombrado segundo secretario de la Legación de México en España. Luego, encargado de negocios en España (de 1922 a 1924), ministro en Francia (de 1924 a 1927), embajador en Argentina (de 1927 a 1930 y de 1936 a 1937), y embajador en Brasil (de 1930 a 1935 y por último en 1938).
 
Publicó, entre otros, Capítulos de literatura española (1939-1945), Discurso por Virgilio (1931). De su obra poética, que revela un profundo conocimiento de los recursos formales, destacan Ifigenia cruel (1924), 5 casi sonetos, editado por Manuel Altolaguirre, Otra voz (1936) y Cantata en la tumba de Federico García Lorca (1937).
 
El 27 de diciembre de 1959 falleció en la Ciudad de México y fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres.
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