Por Fortino Torrentera
Oaxaca.-La noche del martes 6 de agosto cerró el último reducto popular de la cultura en la ciudad de Oaxaca: La Nueva Babel, el más influyente foro para la poesía, para diferentes géneros de música, las artes plásticas, para el performance, para que los trasnochadores pobres y clasemedieros abreváramos, lo mismo las expresiones alternativas, como de alto pedorraje artístico.
Todos quienes degustamos de esas noches de comunión durante 23 años, hemos expresado en las redes sociales nuestro hondo lamento por el cierre de este espacio, en el que bebimos, conocimos a otros locos, ligamos palabras y personas, mientras escuchábamos creativas voces contestatarias y sonidos que irrumpían desde el 222 a toda la calle de Porfirio Díaz.
En esa última noche estuvimos lo que teníamos que estar, la alegría del gran Topete, el eclecticismo del papirrín, el ritmo de Héctor Lucero, el rock acústico de la Sierra Eléctrica, la dulce voz de Ivalú y el canto sanador de Rocío Morales, la hipnotizante poesía de Frydanel Díaz, de Clarisa Camargo o la templanza en la palabra del maestro Salud, convertido en Zagreo Y, quien despidió sin despapajo a ese ateneo oaxaqueño (https://tierradespejada.blogspot.com/2024/08/el-cierre-de-la-nueva-babel.html).
Al último “Martes de poesía” acudió el dueño, Valente Plascencia; la regente Dona, así como el coordinador artístico, el Juma, quienes departieron por última vez con los parroquianos de ayer y hoy que no daban crédito al cierre, por lo que en su despedida el fundador dijo “estiramos la liga hasta donde pudimos” pero contra la gentrificación no se puede.
En su actuación, Rocío Morales retó a los presentes a abrir otros espacios culturales como una forma de resistencia, pues no solo La Nueva Babel fue desplazada, también otros cafés, restaurantes y negocios oaxaqueños han cerrado sus puertas ante el embate de esta forma moderna de conquista del territorio, a cambio de espejitos en forma de dólares.
La gentrificación en la capital oaxaqueña ha crecido exponencialmente y con la apertura de la autopista a la Costa se ha diversificado. Ciudadanos y grupos organizados luchan contra este fenómeno que no sólo se refleja en el encarecimiento del Centro Histórico al desalojar a sus habitantes y cerrar la posibilidad de su disfrute a las clases menos pudientes, sino que se ha adueñado de cientos de inmuebles.
Pero el servicio Disney con escenografía hechiza de “Coco” que hoy se impone en barrios tradicionales como Jalatlaco o Xochimilco y más en el centro de la ciudad, está llegando como moda a localidades metropolitanas e incluso a comunidades indígenas del estado.
A pesar de la lucha que mantienen organizaciones para frenar esta forma contemporánea de conquista, de la iniciativa de Ley que sobre el tema ha propuesto el diputado Noé Doroteo Castillejos, este fenómeno que aplauden las autoridades, se mira irreversible.
Considerando que los vecinos desplazados han tenido que emigrar a los suburbios, a barrios y colonias allende el periférico e incluso a otros municipios, el reto lanzado por la cantante parece ser una esperanza de resiliencia no sólo para abrir espacios que fortalezcan la convivencia, sino también para rescatar nuestra cultura y tradición, revivirlas en otras latitudes, volver a hacerlas nuestras.
No es un llamado para evocar el pasado, sino como todo proceso cultural, renovar y enriquecer nuestras expresiones, reafirmar nuestra identidad, fortalecer la cohesión social, hoy diseminadas por la necesidad y el espejismo de una modernidad que nos engaña mientras se apropia de una ciudad llena de cultura, convertida ahora en un set de papel de china.
¿Es o no la resiliencia desde la acción cultural, una forma pacífica y creativa de hacer frente a la gentrificación?