Este parásito, que se alimenta de tejido vivo, ha comenzado a avanzar hacia México desde Centroamérica, donde ya ha causado brotes significativos en países como Panamá, Costa Rica y Nicaragua12.

 

La ganadería ilegal facilita la propagación del gusano barrenador al eludir las regulaciones sanitarias. Se estima que esta actividad mueve alrededor de un millón de cabezas de ganado al año en la región, lo que complica la trazabilidad y el control de enfermedades.

 

Sin un seguimiento adecuado, los brotes pueden propagarse rápidamente, afectando tanto al ganado como a la fauna silvestre y potencialmente a los humanos.

 

Además, el contrabando de ganado no solo incrementa el riesgo de introducción del gusano barrenador, sino que también es responsable de un alto porcentaje de la deforestación en Mesoamérica. La destrucción de ecosistemas naturales contribuye a un aumento en las enfermedades zoonóticas y eleva el riesgo de brotes.

 

Ante la inminente amenaza del gusano barrenador, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) ha implementado varias estrategias preventivas.

 

Se han establecido puntos de inspección en los estados fronterizos con Guatemala para controlar el movimiento de ganado y asegurar que los animales sean tratados adecuadamente antes de ingresar a México.

 

Los animales que cruzan las fronteras deben pasar por baños con productos larvicidas y recibir medicación antiparasitaria24.

 

Se requiere una colaboración activa entre autoridades sanitarias y ganaderos para monitorear y reportar cualquier caso sospechoso24.

 

Estudios recientes realizados por especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han identificado rutas potenciales para la introducción del gusano barrenador a través del tráfico ilegal de ganado.

 

Estas investigaciones sugieren que las condiciones biogeográficas favorecen la dispersión del parásito, lo que aumenta la vulnerabilidad del país si no se toman medidas preventivas efectivas.