La trama trata sobre Woyzeck un soldado raso, barbero, que mata a su mujer a puñaladas. Esta pieza se presenta el 3, 4, 10, 11, 12, 17 y 18 de enero en el sótano del Teatro Macedonio Alcalá, a las 19 horas.
La historia escrita en 1936, basada en hechos reales, sobre una mujer que fue apuñalada en Leipzing por su amante, un barbero que sin motivo aparente la mata, cobra vida ahora en Oaxaca por el grupo Teatro Blanco, bajo la dirección de Itandehui Méndez, quien obtuvo la beca por el Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (Pecda) 2012, es contada la pieza escénica que se encuentra relatada en el México contemporáneo.
“Más que buscar adaptar la obra consideramos necesario dialogar con su autor, creando una tesis sobre el cruce entre la cultura alemana y la mexicana, los puntos comunes y las diferencias, lo sorprendente fue que por ejemplo hace un par de meses leímos en la sección policiaca sobre una mujer que fue apuñalada 80 veces aquí en la colonia Flores Magón por su ex pareja.
“Pero no solamente el crimen la hace actual, además en ese tiempo Büchner ya vislumbraba como el sistema social aplasta de tal modo al hombre que no deja esperanzas para él, sólo el vacío. Lo que nosotros hicimos fue pensar en lo que vive el país en este momento, y a partir de ahí, realizar un ensayo, es decir, generamos una territorialización de lo que Büchner nos propone para hablar de lo que nos preocupa”.
El trabajo realizado por los actores Ernesto Diez, Pavel Scarubi Urbieta, Tavolastra, Hugo Díaz y Renata Lopezcristo, es iluminado por Jorge Lemus. Y aborda la violencia en México, los enajenados procesos científicos en busca de descubrimientos, el machismo, el pensamiento católico reinante y la situación de la milicia.
El montaje que también entrelaza una crítica social aguda de lo que “nosotros enfrentamos como individuos y como sociedad”. Hace al colectivo creativo considerar que “todos somos Woyzeck porque las situaciones que atraviesa el personaje de manera simbólica también nosotros las vivimos como sociedad”, aseguró su directora.
La puesta en escena llevó seis meses de trabajo, tiene un carácter fragmentario, “esta obra es un parteaguas de la dramaturgia contemporánea por su carácter fragmentario que un siglo después tendrá su apogeo con Beckett y otros autores”.
A decir de Méndez, el autor se adelanta a su tiempo y muestra el vacío que el hombre enfrenta en la época contemporánea, “debido a las exigencias sociales, políticas y culturales que vivimos”. Además es la primera obra en la historia del teatro que habla de un obrero, “lo que en su momento fue revolucionario. Es una pieza única”.
La crudeza del relato los llevó a tener como dispositivo escénico un sótano en vez de un teatro, “es ahí donde el personaje está como la mayoría de los mexicanos porque la fantasía que crea la televisión se viene abajo cada vez que salimos a las calles y encontramos a los niños tienda, a los niños que piden limosna, a mucha gente con serios problemas hundidos en un hoyo del que parece no pueden salir y todo ello por un sistema de control que se nos ha impuesto y que ha demostrado no funcionar. Entonces nosotros decimos: de que otra cosa podríamos hablar sino es de Woyzeck”.
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