Oaxaca, México.- Como una amplia investigación colmada de recuerdos familiares que ofrecen un retrato íntimo de uno de los más grandes artistas del siglo XX, fue definido el libro
Los Tamayo, un cuadro de familia, de María Elena Bermúdez Flores, sobrina del pintor mexicano, quien ofrece en este volumen una visión novedosa del gran alquimista del color y las texturas.
En la presentación, realizada en el Auditorio del Museo Tamayo Arte Contemporáneo, la autora, María Elena Bermúdez Flores, estuvo acompañada por Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Conaculta; Gabino Cué, gobernador de Oaxaca; María Cristina García Cepeda, directora del INBA y Federico Reyes Heroles, presidente del Consejo Directivo de la Fundación y la revista
Este País.
Rafael Tovar y de Teresa destacó que en este libro aparecen elementos que nos dan una nueva dimensión de la vida de la pareja conformada por Olga y Rufino Tamayo, quienes a través de la mirada de la autora, muestran elementos que como eslabones nos van dando una visión única de su vida y de un momento único de México.
“Creo que este libro nos muestra cómo los Tamayo son una pareja que forma un personaje distinto a lo que era Olga y a lo que era Rufino, de tal forma que son tres personajes los que conforman este volumen. Olga con toda su gracia, dulzura e inteligencia fue la responsable y la encargada de la armonía de esta pareja que pudo producir, entre otras cosas, este museo en el que estamos albergados, hasta las obras que están en los principales recintos del mundo”, señaló Rafael Tovar y de Teresa.
El presidente del Conaculta afirmó que en esta edición se pueden ver los testimonios históricos en el momento de la inauguración del Museo Tamayo, el 29 de mayo de 1981, obra de Teodoro González de León, hasta los momentos en los que México estuvo representado del modo más digno e intenso en el mundo con las exposiciones de Tamayo, hasta la vida cotidiana y las pequeñas cosas que intercambiaban Rufino y Olga.
“De tal manera –agregó el titular del Conaculta– que este es un libro único, hecho con todo ese amor, pero ese amor despegado, de un cariño totalmente espontáneo fresco y natural, surgido desde la infancia de María Elena Bermúdez Flores, quien junto con sus hermanos estuvo hasta sus últimos días con Rufino y con Olga y ha cuidado su memoria y su testimonio”.
María Elena Bermúdez Flores expresó, por su parte, que este libro es un homenaje a un oaxaqueño extraordinario quien, junto con su esposa Olga, formó una de las parejas más emblemáticas del siglo XX.
“Fue un hombre con un profundo arraigo a su país, siendo en sus pinturas el ser humano siempre protagonista, al igual que el universo, como aquella titulada
El hombre frente al infinito, en la que nos percatamos de su gran talento”. La autora mencionó que mil 600 óleos, 400 retratos y 21 murales se cuentan entre el gran legado que dejó Tamayo para los mexicanos.
“Un día, mi hermana María Eugenia y yo estábamos hurgando en los recuerdos de la casa de San Ángel, en los documentos y cartas que dejaron mis tíos. Cuando mi hermana me animó a que escribiera al respecto, dije sí, sin saber a lo que enfrentaba, y sintiendo en mi ser una gran responsabilidad”, refirió la sobrina de Olga y Rufino Tamayo.
La autora expuso que siempre pensó en un texto respetuoso con su familia y apegado a la verdad. “Me di cuenta que aunque existían muchos libros acerca de la obra de Rufino Tamayo, no existía uno que mostrara parte de su vida familiar y eso me animó a seguir con ahínco este proyecto”.
Durante la presentación fue leída una de las cartas de Tamayo fechada en Nueva York en 1943, en la que el pintor habla con cariño a su esposa y le comparte consternado de como críticos del
Times no mencionan su obra, pero le describe todo el trabajo que realiza y cómo las exposiciones las hace en su honor.
“Siempre miré al tío Rufino como un luchador incansable, como un hombre educado, atento, que nunca pensó en singular, porque Olga siempre estaba con él, por eso siempre digo que su vida se reduce a dos palabras: tú y yo, Olga y Rufino”.
El gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, consideró que este volumen es una invaluable oportunidad para conocer el legado de Rufino Tamayo quien emergió al mundo del arte en un momento de profundas tendencias nacionalistas.
“Estuvo en un periodo donde la pintura estaba fuertemente ligada a la ideología, siendo él un artista que dirigió su mirada hacia los colores de su tierra, hacia la estética precolombina, creando nuevas sendas para el arte universal”.
Gabino Cué recordó cuando a principios de los años ochenta Tamayo realizó una de las más importantes donaciones de arte prehispánico a Oaxaca, además de impulsar el Taller de Artes Plásticas Tamayo que ha sido fundamental para impulsar la educación artística en el estado.
“Este libro nos muestra además del artista, al ser humano que nunca olvidó su raíz, que siempre lo sustentó en lo artístico y lo espiritual, además de su gran vínculo con Olga Tamayo, una mujer que junto con él fue un ejemplo de humanismo y generosidad”.
La directora del INBA, María Cristina García Cepeda, afirmó que este libro permite sumergirse en una parte desconocida del pensamiento de Olga y Rufino Tamayo, resaltando elementos novedosos que acercan con las fuentes que alimentaron una obra única.
“En este libro, el arte de la memoria camina de la mano del arte de la atención, siendo su autora la salvaguarda de una valiosísima memoria familiar. María Elena Bermúdez abre las ventanas de la casa familiar y nos invita en este volumen a disfrutar de la luz que había en su interior”.
Federico Reyes Heroles confesó finalmente que este libro le parece honesto porque no hace análisis pictórico, sino que muestra, como lo dice su título, un cuadro de familia en el que se relata esa otra realidad de los Tamayo.
“Hay grandes anaqueles de biografías en las librerías en los que se narran las entretelas de las condiciones humanas. La autora de este libro tomó el riesgo de tomar ese sendero donde uno tiene la impresión de entrar a una habitación sin haber tocado la puerta, encontrando pasajes como los enojos por los desnudos de María Izquierdo, el embarazo fallido de Olga y otros tantos momentos personales”.
Federico Reyes Heroles indicó que el universo de Tamayo rompió los barrotes de las tradiciones y por ello saber más de su vida privada puede ser una gran enseñanza para las nuevas generaciones y los nuevos artistas. “Tan sólo recordar una de sus grandes frases: Así como nuestra pintura es liberación, es también disciplina”.